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miércoles, 5 de febrero de 2014

CONDUCTAS AGRESIVAS EN LA ESCUELA INFANTIL

Manotazos, mordiscos, empujones como forma de expresión.
  
Para una educadora de Educación Infantil 0-3 años una de las tareas más ingratas es la de explicar a los padres o a los abuelos que el niñ@ ha mordido o ha recibido un mordisco de otr@ compañer@

En el primer caso ,la familia puede pensar en lo dulce y cariños@ que resulta su pequeñ@ y empiezan a considerar que relacionarse con iguales en el Centro puede significar una no muy positiva  influencia para él o ella

En el segundo caso los familiares pueden llegar a pensar que la educadora, tal vez, no haya cumplido correctamente con su trabajo, y  al no controlar adecuadamente a l@s niñ@s, se produzcan actos violentos entre@ ell@s.

 Las preocupaciones en los dos casos son lógicas, pero no son correctas, vamos a explicar por qué:

Hasta el momento de su escolarización, el niñ@ ha tenido un contacto con iguales limitado a unos ratitos en el parque, con primos en reuniones familiares o con hij@s de algunos conocidos. En estas ocasiones siempre había adultos que dirigían los contactos.

La verdadera relación social con l@s iguales comienza con el momento de la escolarización. Acostumbrad@ a ser el centro de atención de su entorno, el niñ@ no sabe compartir la atención de su educadora y la posesión de los juguetes, y es lógico que desarrolle comportamientos más agresivos que en el entorno familiar porque allí no debe competir por atenciones y juguetes.

Vuestro hij@, como los demás, desea ser “el centro de todo”, pero también desea relacionarse con sus iguales por ello se generan conflictos de comunicación y relación.

Durante el primer año y medio aproximadamente, el pequeñ@ llora ante cualquier conflicto para que el adulto se lo resuelva. En este período de edad, hay niñ@s que muerden para aliviar las molestias de la dentición y en ocasiones para manifestar afecto porque se encuentran en la fase oral y la boca está relacionada con la muestras de cariño.

L@s pequeñ@s desconocen que el hecho de morder  tenga consecuencias negativas hasta que los adultos se lo hacen entender.

En el caso de los de los manotazos y los empujones, habitualmente los reproducen por imitación, al haber observado este comportamiento en otros niñ@s o en adultos.

A esta edad hay que explicarles que los mordiscos y manotazos hacen daño, mostrando caras de disgusto, enseñarles el modo de dar besos y abrazos como muestra de afecto.

A medida que los niñ@s evolucionan en su independencia, intentan resolver los conflictos relacionales solos; sin embargo, su nivel de lenguaje aún es limitado y cuando otr@s niñ@s les quitan los juguetes suelen reaccionar de manera impulsiva y “violenta”, bien tirando del objeto o con un empujón, manotazo, arañazo o mordisco. Es la reacción más habitual en niñ@s de entre 18 meses y 3 años, aunque en algunos casos la reacción es pedir ayuda al adulto o ignorar el problema y dejase quitar el juguete.

Los adultos en el ámbito familiar y en el escolar debemos hacer comprender al pequeñ@ que su acción provoca dolor en lo demás y mostrarle el modo correcto de relacionarse con iguales, enseñándole a resolver los problemas de forma adecuada.

Les haremos saber que nos disgusta que haga daño a otr@ niñ@, le enseñaremos”  a pedir perdón y a darle un beso.

Si la conducta se repite constantemente, pediremos que se siente separad@ de los demás para pensar un rato en lo que ha hecho,

No hace falta gritar ni hacer aspavientos, se trata de que asocie su conducta negativa con el cese de actividad y de que se aburra un rato viendo que el resto de niñ@s sigue jugando.

Está desaconsejado totalmente el azote la boca, castigarle en un cuarto cerrado, emitir juicios de valor personal, etc.
Si el niñ@ observa agresividad en los adultos, imitará estas conductas.

Además no debemos olvidar que el objetivo es corregir su comportamiento y no hacerle pasar un mal rato

En el inicio del curso escolar, suele ser frecuente la conducta de morder en algunos niñ@s. Estas conductas desaparecen cuando los niñ@s superan el período de adaptación.
  

Con la comprensión, la paciencia, y el apoyo de los adultos del entorno afectivo  los conflictos relacionales pronto son superados 

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