Manotazos,
mordiscos, empujones como forma de expresión.
Para una educadora de Educación
Infantil 0-3 años una de las tareas más ingratas es la de explicar a los padres
o a los abuelos que el niñ@ ha mordido o ha recibido un mordisco de otr@
compañer@
En el primer caso ,la familia puede
pensar en lo dulce y cariños@ que resulta su pequeñ@ y empiezan a considerar
que relacionarse con iguales en el Centro puede significar una no muy positiva influencia para él o ella
En el segundo caso los familiares
pueden llegar a pensar que la educadora, tal vez, no haya cumplido
correctamente con su trabajo, y al no
controlar adecuadamente a l@s niñ@s, se produzcan actos violentos entre@ ell@s.
Hasta el momento de su escolarización,
el niñ@ ha tenido un contacto con iguales limitado a unos ratitos en el parque,
con primos en reuniones familiares o con hij@s de algunos conocidos. En estas
ocasiones siempre había adultos que dirigían los contactos.
La verdadera relación social con
l@s iguales comienza con el momento de la escolarización. Acostumbrad@ a ser el centro de atención de su entorno, el niñ@ no sabe compartir la atención de su educadora y la posesión de los
juguetes, y es lógico que desarrolle comportamientos más agresivos que en el
entorno familiar porque allí no debe competir por atenciones y juguetes.
Vuestro hij@, como los demás, desea
ser “el centro de todo”, pero también
desea relacionarse con sus iguales por ello se generan conflictos de
comunicación y relación.
Durante el primer año y medio aproximadamente, el pequeñ@ llora
ante cualquier conflicto para que el adulto se lo resuelva. En este período de
edad, hay niñ@s que muerden para aliviar
las molestias de la dentición y en
ocasiones para manifestar afecto
porque se encuentran en la fase oral y la boca está relacionada con la muestras
de cariño.
L@s pequeñ@s desconocen que el hecho de morder tenga consecuencias negativas hasta que los
adultos se lo hacen entender.
En el caso de los de los manotazos y los empujones, habitualmente los
reproducen por imitación, al haber observado este comportamiento en otros
niñ@s o en adultos.
A esta edad hay que explicarles que los mordiscos y
manotazos hacen daño, mostrando caras de disgusto, enseñarles el modo de dar besos y abrazos como muestra de afecto.
A medida que los niñ@s evolucionan
en su independencia, intentan resolver los conflictos relacionales solos; sin
embargo, su nivel de lenguaje aún es
limitado y cuando otr@s niñ@s les quitan los juguetes suelen reaccionar de
manera impulsiva y “violenta”, bien tirando del objeto o con un empujón,
manotazo, arañazo o mordisco. Es la
reacción más habitual en niñ@s de entre 18 meses y 3 años, aunque en algunos casos la reacción es pedir
ayuda al adulto o ignorar el problema y dejase quitar el juguete.
Los adultos en el ámbito familiar y
en el escolar debemos hacer comprender
al pequeñ@ que su acción provoca dolor en lo demás y mostrarle el modo
correcto de relacionarse con iguales, enseñándole
a resolver los problemas de forma adecuada.
Les haremos saber que nos
disgusta que haga daño a otr@ niñ@, le enseñaremos” a pedir
perdón y a darle un beso.
Si la conducta se repite constantemente, pediremos que se siente separad@ de los demás para pensar un rato en lo
que ha hecho,
No hace falta gritar ni hacer aspavientos, se trata de que asocie su conducta negativa con el cese de actividad
y de que se aburra un rato viendo que el resto de niñ@s sigue jugando.
Está desaconsejado totalmente el
azote la boca, castigarle en un cuarto cerrado, emitir juicios de valor personal, etc.
Si el niñ@ observa
agresividad en los adultos, imitará
estas conductas.
Además no debemos olvidar que el
objetivo es corregir su comportamiento y no hacerle pasar un mal rato
En el inicio del curso escolar,
suele ser frecuente la conducta de morder en algunos niñ@s. Estas conductas
desaparecen cuando los niñ@s superan el período de adaptación.
Con
la comprensión, la paciencia, y el apoyo de los adultos del entorno afectivo los conflictos relacionales pronto son superados
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